Sálvame, ohh ohh sálvame... Después de unos días de vacaciones he podido comprobar que en la televisión no programan nada decente. De hecho, es indecente. Una no puede ni echarse la siesta. 15.00 horas. Me tumbo en la cama para descansar durante un ratito (unas horas). Agarro el mando y pulso el botón rojo. Comienzan los informativos. No está mal. Catalunya prohibe los toros. Es interesante. Espero para ir cerrando los ojos. Pero llegan los deportes... El sueño me puede. Me duermo. Sin embargo, sin conocimiento alguno, debo cambiar de canal y unos gritos desagradables me despiertan. ¡Qué horror, es Flo haciendo el gamberro (por llamarlo de alguna manera) en Cuatro. Tonterias las justas, un nombre más que ha apropiado para la mala leche que me entró. "Conmigo cuando duermo... tonterías las justas". Desvelada, me levanto. Cambio de canal. ¿Por qué lo hice? No lo sé. Debería haber apagado la televisión cuando estuve a tiempo. Pero ya era demasiado tarde. Jorge Javier luce tipo junto a Juanito El golosina y Belén Esteban. Van vestidos de los sesenta, con bañadores de pata a rayas. Se tumban en el suelo, sobre una lona azul. Comienzan a retozarse simulando que nadan idílicamente sobre el mar azul. Los ojos me escuecen. No me lo puedo creer. Sálvame, pienso. Pero no sé a quien pedirle ese auxilio. El de Jorge Javier, premio Ondas, es el programa con más audiencia de la sobremesa. Por favor, Sálvame, repito. Entonces, vuelvo a coger el mando y pulso nuevamente el botón rojo. Apago la televisión del siglo XXI. Estoy salvada. Al menos hasta la próxima la siesta.
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