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martes, 7 de abril de 2009

El día que vi una rata en pleno centro


El otro día volví a pasar por allí. Calle Iparraguirre. 15.30 horas aproximadamente. Un día cualquiera del lluvioso invierno de este año. Después de reyes. Iba con prisa, como siempre. Los Magos de Oriente habían dejado unos zapatos como regalo para mi aita. Pero le quedaban grandes y tuve que ir a cambiarlos. De repente, la señora que iba delante de mí pega un salto hacia la izquierda y grita. Yo, que siempre voy enchufada a la música del móvil, no me entero muy bien de qué pasa hasta que lo veo. Una rata como un caballo de grande. Qué digo como un caballo, era como un elefante, mucho más ágil y rápida, pero casi como un elefante. Vamos, una rata de Bilbao, la hostia. "¡Qué asco!", pensé mientras veía como el sucio monstruo de cuatro patas se zambullía del jaleo en busca de un lugar más oscuro donde esconderse. Seguí caminando hacia el metro. No es que fuese una gran anécdota pero una urbanita como yo aún se sorprende de que en pleno siglo XXI se puedan ver ratas como elefantes en las calles más chic de la ciudad. Indignada por lo que había visto se lo cuento a mis compañeros. ¿Creéis que compartieron mi indignación? Que va, se limitaron a reírse de mi comparación de tamaños (ratas y elefantes) y no pararon de bromear en toda la tarde. Acabé riéndome con ellos y al final la anécdota me pareció una chorrada. Cuento esto porque el otro día pase por la calle. No era la misma hora. Ni siquiera la misma estación del año. Pero el recuerdo de la rata, como corría por esa zona... se me ha quedado grabado.

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