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martes, 10 de agosto de 2010

Como los ángeles


Nunca hemos visto uno. Y nunca lo veremos. Pero, sin embargo, siempre hay alguien que los menciona. Incluso nosotros mismos. "Canta como los ángeles", dice uno. "Es un angelito", asegura otro. Pero, ¿con qué lo estamos comparando? ¿Alguien ha escuchado cantar a un ángel? Y David Bisbal no cuenta ehh, que con esos ricitos dorados ya sé que es lo más parecido a un bichito de esos con alas. ¡Veís, ya lo he vuelto a hacer, ya he vuelto a comparar a alguien con un ángel... Ayyss! Todos tenenos la misma imagen en la cabeza cuando hablamos de uno de ellos. Blanquietos de piel, rubios, pelo rizado, con alas blancas, guapos, sonrientes...
¿Pero quien nos aseguran que sean así? Así nos los han metido en la mente. Y no fue Disney, a quien le debemos esos grandes personajes tan entrañables. Fue la Iglesia. Sí, ellos fueron los primeros. Nos dijeron que María, la Virgen, se había quedad en cinta del ángel Gabriel. Y una se lo imagina alto, cachas, con unos ojazos y una virilidad de escándalo (la Virgen -con mayúcula- es virgen -con minúcula- así que sólo con mirarte el Gabriel ya te preña...)


Pero la Santa Biblia no fue la única. Después vino Miguel Ángel, con esa pintura en la Capilla Sixtina. Con esos adorables angelitos sosteniendo el que debe ser el libro de la vida... Son para caerse la baba. Esos fueron los ángeles definitivos. Los que se convirtieron, sin que nos dieramos cuenta, en nuestro prototipo de ángel.
Pues yo voy a hacerles boicot. Me he creado mi propia versión de ángel. Lo he tenido difícil porque tenía mucho material donde elegir, pero la verdad es que ahora, cada vez que me hablen de un ángel pensaré en todos los ángeles de la guarda que tenemos en nuestras ciudades. Esos que, siempre que les necesitamos acuden al instante a echarte una mano. Familiares. Amigos. Compañeros.Vecinos. También esos ángeles anónimos que vigilan las calles. No sé si cantarán bien, si se serán cachas o atractivos... Sí que sé que no tienen alas, pero eso da igual. Para mí, siempre que me hablen de un ángel pensaré, a parte de mi padre, en todos ellos. Al menos a esos sí que les podemos ver. A esos sí que les conocemos.

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